11 ago 2013

Las Heroínas de las Novelas Ejemplares II

                                                                                          M. Romo

    Mucho se ha hablado de la supuesta misoginia cervantina.17  Tiempo es ya de desterrar  rancias ideas por otros implantadas. Con ello reitero lo expuesto anteriormente (I): cuanto el autor pone en boca de otros, responde más a esa tendencia de adoptar puntos de vistas ajenos coherentes con la particular visión de sus personajes con el fin de hacerlos más reales, más verosímiles. Algunos críticos por tanto, le han juzgado fuera del contexto histórico y social en el que estaba inmerso. Parece indudable la indulgencia con la que trata a sus creaciones femeninas experimentando con ellas una loable empatía que hay que entender dentro de la rigidez moral de la época. Cervantes utiliza fórmulas y elementos de la tradición para caracterizar a sus heroínas, pero subrepticiamente se filtra a través de sus palabras, ideas que van a poner en tela de juicio los convencionalismos vigentes. 
  (I) http://aliciaenjuist.blogspot.com.es/2013/08/las-heroinas-de-las-novelas-ejemplares.html                                                                    2
    
       En La Ilustre Fregona las descripciones pictóricas y los cuadros de costumbres recuerdan a La Gitanilla, solo que en este caso, el aire libre se ha cambiado por el espacio cerrado de una posada de Toledo. No son sin embargo, pocos los peligros que acechan a la fregona, rodeada de individuos de muy diversa índole: pícaros, aventureros, gente burda que frecuenta la posada. Del mismo modo que la honestidad de Preciosa permanece inalterable, aún más inaccesible aparece Costanza, que es descrita como si de una auténtica fortaleza inexpugnable se tratase. Las dos mujeres, que viven en un ámbito de libertad, están sometidas sin embargo, al rigor que su propia voluntad les impone. Estos casos contrastan con la reclusión de Leonora en El celoso extremeño, relato a través del cual, reitera Cervantes la misma  idea: la mujer debe estar en el mundo, no segregarse de él. Es en estado de libertad donde debe forjarse la virtud.

    Al igual que en Preciosa, se produce paralelamente la agnición de CostanzaEn este caso, a través de las significativas palabras escritas en un pergamino: "Esta es la señal verdadera". Las analogías estructurales entre ambas novelas pueden inferirse desde el  paradójico título: La Ilustre Fregona, que  da la clave del origen noble de la protagonista, del mismo modo que desde el inicio de La Gitanilla, el narrador sugiere que Preciosa vivía entre gitanos sin ser uno de ellos. 18 
  Las pocas informaciones acerca de Costanza nos llegan de segunda mano, a través de lo que otras personas dicen de ella. Los dos amigos  que arriban a la posada, lo hacen atraídos por su fama, tras haber oído a un mozo de mulas, hablar de su belleza y virtud. De ese modo, se tienen noticias del mundo ideal a través del mundo real. Este hecho es muy significativo desde el punto de vista platónico, donde la realidad se siente como mero reflejo de lo divino.
   Costanza es por tanto, el centro de la historia, “un astro que arrastra hacia su órbita a los que se cruzan en su camino”, al mismo tiempo que redentora, según definición de Cristina H. Lee. Está descrita sobre la idealización humanista de la mujer ideal de Luis Vives y Fray Luis de León. 19 En una interpretación religiosa, ella es el símbolo de la transgresión del padre, y al mismo tiempo la esperanza de su redención. Parece, más que un ser real, un ser etéreo siempre rodeado de un halo de misterio. Se identifica con la Tota Pulcha a través de los símbolos del sol, la luna y las rosas; con la imagen iconográfica popular de la Virgen María. Sus descripciones tienen reminiscencias de las representaciones góticas, siendo descrita a través de la humanización de  elementos divinos.
  
    Costanza desempeña una función metonímica, en cuanto que encarna alegóricamente a la figura de su madre, pero al mismo tiempo, nos remite a la mediatriz –intercesora entre Dios y los hombres. Por tanto, la madre, que está  descrita según el ideal de viuda retratado por Vives, moviliza los eventos más significativos que llevan a la redención de la familia Carriazo, y aunque ausente, a  través de la  hija presente, se convierte en la auténtica heroína de la novela. 
    Los valores pictóricos 20 quedan encomendados al traje y al adorno; incluso los rasgos físicos son descritos como elementos del atavío. Es significativo que no aparezca alusión alguna a su vestimenta, hasta que Costanza es contemplada por los ojos de Carriazo, el cual, al contrario que Avendaño, es incapaz de trascender los límites terrenales y físicos. Los elementos del atuendo son arquetípicos de las representaciones artísticas de la Virgen María realizadas por Pacheco y Zurbarán 21. Algunas alusiones como la carencia de chinelas 22  o la descripción  de sus cabellos extremadamente largos, simbolizan la incorruptible virginidad y ayudan a realzar la pureza de su retrato. Las actitudes ejercen la misma función caracterizadora.También es descrita por otros, en términos poéticos:
 “Es dura como el mármol, y zahareña como villana de Sayago, y áspera como una ortiga; pero tiene una cara de pascua y un rostro de buen año: en una mejilla tiene el sol y en la otra la luna; la una es hecha de rosas y la otra de claveles, y en entrambas hay también azucenas y jazmines.”
    Según el canon de belleza del barroco, la mujer tenía que ser morena y de ojos negros en contraste con la renacentista 23. Cervantes acepta el ideal de  belleza de su época pero con precaución, ya que sobrepone la mujer ideal a la mujer terrena, de ahí la alusión al tono no demasiado rubio de los cabellos de sus heroínas para espiritualizar la materia sensual. La belleza y la juventud vienen a identificarse de nuevo con la virtud.  Por el contrario, La argüello, de edad madura, se vincula al mundo real, a la fealdad, plebeyez, la vida sensual, resaltando con el contraste, la naturaleza ideal de Costanza. Como en otros casos, junto a la idealización de la heroína principal, aparece la imagen burda del personaje secundario, 24 como la otra parte del espejo que completa la visión del mundo. Del mismo modo,  junto a  Preciosa aparecía el retrato de la Cariharta, detalles ambos livianos que  Cervantes prefiere obviar para no mancillar la belleza del relato. Son las luces y sombras que caracterizan al Barroco.
                                                         
                                                                                         3            
    
        En La fuerza de la sangre surge de nuevo la avalancha del destino que conduce a un final conveniente a las circunstancias. Ya no se trata de la idealización del amor verdadero, sino del amor entendido en su aspecto social. Paralelamente a la agnición de Preciosa o de Costanza, se produce el reconocimiento de Leocadia, pero en este caso, a través de un símbolo religioso.
   Tras la caída del hombre en el pecado se promete inmediatamente la redención, siendo el crucifijo testigo y garantía de su reparación. En sentido religioso, la historia simboliza la salvación del hombre con la ayuda de Dios  por medio de la virtud. Cervantes evita los elementos grotescos de la violación; las escasas alusiones sirven como contraste  para realzar la belleza y la virtud.
    En La fuerza de la sangre, hay una crítica implícita desde el título, a la hipocresía y ciertos convencionalismos que sobre el matrimonio como institución social,  arraigaron en la nobleza cortesana y al abusivo uso de su poder.25 Todo se arregla convenientemente, cuestionando el tono moral de la aristocracia “de sangre”, sus valores y rituales. Es muy llamativo que el amor de Leocadia no encuentre impedimento para caer rendido ante su violador 26,  pero lejos de añadir inverosimilitud a la historia, debe ser entendida dentro del  contexto social. Son  evidentes, por otro lado, ciertos atisbos de inconformismo por parte del autor ante el concepto erasmista que defendía el matrimonio ante todo, concepto que llegó a imperar en la alta burguesía y que cuestiona la ciega sumisión cervantina ante los preceptos de Erasmo. Según Villanueva, 27  Cervantes fue más allá, su novedad estriba en ser  pionero en algunas ideas que dignifican el erotismo femenino.
     En el primer encuentro, es la percepción masculina la que define a Leocadia. Rodolfo  ve en ella un mero objeto de deseo fácilmente asequible, que como noble, tiene derecho a poseer. 28 La mujer se ha expuesto a su vista y es culpable de incitarlo al pecado. La compañía de los otros jóvenes y su situación de privilegio, favorecen la  consumación de la violación. En el segundo encuentro, Leocadia aparece ante sus ojos envuelta en un halo de divinidad. Su aparición recuerda a una procesión religiosa, la representación de la Inmaculada Concepción, con el niño Jesús de la mano. La escena vuelve a ser descrita a través de elementos pictóricos. La  soberbia entrada de Leocadia en el salón llena de color,  luces y sombras es un auténtico cuadro barroco a cuya plasticidad, hay que sumar el movimiento y el ritmo de un gran ceremonial. Leocadia encarna la figura de la mujer gótica y barroca. Su belleza, que ha incitado en un primer momento  al deseo sexual, ahora inspira al amor. A ella se le encarga la redención de Rodolfo por medio de la virtud. A partir de  este momento, el pecado recae sobre él, así como la vergüenza y la deshonra.
     Leocadia víctima de su deshonra, se ve obligada a ocultar la culpa de otro. Cervantes tiene sumo cuidado en describir su desmayo, eximiéndola de ese modo de toda culpa. Su honradez queda indiscutiblemente probada en el segundo intento de Rodolfo al que ella se opone valerosamente. La falta de voluntad restaría culpabilidad a Rodolfo, pero por el contrario, Cervantes no deja duda sobre la voluntad de la acción de éste y exime de culpa a Leocadia al describirla inconsciente volcando toda la culpa en su agresor. La actitud crítica de Cervantes se filtra a través de las palabras del discurso:
 “…que siempre los ricos que dan en liberales hallan quien canonice sus desafueros y califique por buenos sus malos gustos”.
       Leocadia es víctima al mismo tiempo de los convencionalismos de una sociedad que había dotado al concepto del honor de un valor absoluto equiparable a la misma vida. En el siglo XVII, son los demás los que dan o quitan la honra, por tanto, es necesario mantenerse siempre vigilante en cuanto a la honra se refiere, 29 cuidar con celo las apariencias; una vez caído en el error, sólo resta la venganza. Sin embargo, Cervantes opta por la resignación senequista 30, el ocultamiento, con la esperanza de una oportunidad divina de reparación. Es la única solución armónica dada las circunstancias. Leocadia tiene sumo cuidado en mantener oculta su identidad. El mantener secreta su falta, le permite seguir activa en la sociedad, y le posibilita la reparación futura. De otro modo, hubiera estado condenada al ostracismo. Su silencio lleva implícito la crítica a un sistema jurídico que favorecía a los nobles y dejaba sin castigo al agresor. La familia de Leocadia  siente la necesidad de preservar en lo público el honor de su hija. El silencio de Leocadia sólo se rompe en la esfera de lo privado. Su situación no encuentra otra solución más conveniente. El nacimiento de su hijo imposibilita su reclusión en un convento. Tampoco le está permitido casarse con otro, por haber perdido la virginidad. Por tanto, para legitimar a su hijo y asegurar su puesto en la sociedad, no tiene otra salida que casarse con su violador.
    Cervantes denuncia con esta novela la difícil situación de la mujer del S.XVII. Con la violación se ha desorganizado el sistema social, y la acción se dirige a su reestructuración mediante la función mediática de Estefanía, la madre de Rodolfo. Leocadia en este sentido asume un papel pasivo. La construcción del personaje  de Leocadia tiene un dentro y un fuera. La protagonista se debate en un conflicto interior de raigambre social. La distinción entre el ámbito público y el privado se mantiene en toda la novela. El secreto que guarda celosamente ha preservado su honra, pero sólo aparentemente. Es a través del matrimonio  cuando la sociedad le permite serlo de verdad. Leocadia reconoce el poder de la sociedad de “leer” a sus miembros, de reconocerlos dentro de un determinado papel social. El hombre puede disimular cualquier culpa. En la mujer, por el contrario, el código moral  se restringe condicionado por la naturaleza, que evidencia con la gravidez su falta.
     Para Cervantes, la solución a  este tipo de planteamiento  reside en el seno familiar, pero el texto despliega no poca ironía que hace suponer una opinión muy contraria a la solución socialmente impuesta.30 Leocadia, después de la confesión de su violación, encuentra en los padres de Rodolfo unos aliados activos que manipulan los acontecimientos. Leocadia se convierte en objeto de mercancía que asegura la descendencia de la familia. El consentimiento de los padres de Rodolfo posibilita el enlace, ya que el libre albedrío en el matrimonio, era más una cuestión teórica pocas veces puesta en práctica. El final es contradictorio y pone en duda la redención de Rodolfo que sigue mirando a Leocadia como un objeto sexual, cuya posesión quedará legitimada en el sacramento del matrimonio. Él por tanto, no ha cambiado, lo han hecho las circunstancias. Leocadia adquiere un indiscutible puesto en la sociedad, aunque para ello haya de someterse a la voluntad de su agresor. El final feliz es sólo una convención literaria que Cervantes resuelve con puntos suspensivos sobre los cuales, el lector inteligente podrá dilucidar “la verdad de la historia”.
        
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             Las dos doncellas empieza in medias res y nos sitúa en una escena en la que nada es a simple vista lo que parece. Es “el engaño a los ojos” que nos avisa de la naturaleza ilusoria de las apariencias. Las dos doncellas es una historia de mujeres que se disputan al mismo hombre. Estas mujeres intrépidas y valientes no dudan a pesar de los peligros, en abandonar la casa paterna, mentir sobre su identidad 31, y lanzarse a la aventura en un mundo donde impera la moral de los hombres, donde simplemente la sospecha, puede  dejar para siempre mancillado su honor. En su caracterización, Cervantes  toma modelos italianos y bizantinos, sobre todo la História etíopica de los amores de Teógenes y Cariclea de Heliodoro. La mujer vestida de hombre es, por otra parte, un recurso muy manido en el teatro del siglo de oro, no exento de cierto efecto erótico sobre el escenario. Cervantes lo empleó en otras obras como El gallardo español, y  el Persiles.
      Parece que  cada personaje cervantino llevara al mismo tiempo otros tantos que se debatiesen en su interior; la elección de cada uno de ellos, es el resultado de una motivación consciente e inconsciente producto de un conflicto interno.  La pasión y las inquietudes psicológicas de sus personajes, quedan expresadas transformadas en acción. Así Teodosia y Leocadia se ven envueltas en una vorágine de sucesos, encuentros fortuitos, luchas y desafíos que permiten traducir la vida interior de sus protagonistas, sus temores, desvelos, contrariedades, momentos de desánimo y esperanzas que renacen. Hay un derroche de fantasía en la novela que coloca la cotidianidad en el plano de lo extraordinario.
     Linda Britt señala que desde el principio Cervantes toma partido por una de estas mujeres; deliberadamente desarrolla la complicación de la trama para crear confusión, pero nunca se pierde la idea central basada en la demostración de  la superioridad de una de ellas. 32
        Marco Antonio ha gozado de Teodosia y ha prometido casarse con Leocadia abandonando a ambas. Cervantes no acepta el que una mujer pueda ser seducida contra su voluntad, tampoco tolera la hipocresía ni la mojigatería propia de su época. Su Teodosia, como otras tantas de sus creaciones, es una mujer desenvuelta, decidida, que lucha por conseguir al hombre que ama. Su error, radica en que ha sucumbido al amor, por eso no está a la altura del ideal. Sus razonamientos la revelan como un ser  de carne y hueso, que ha sucumbido en un momento de debilidad ante una fuerza portentosa: “…tan honesta era yo como cuantas doncellas hallarse pudieran, y con todo eso hice cuanto habéis oído”.
      
   Cervantes a través de Teodosia parece implorar la comprensión ajena ante las debilidades humanasHa llevado a cabo un proceso de introspección, una indagación en el mundo femenino de tal forma, que nos hace partícipes paso a paso, de los peligros que acechan a una mujer, que se ve por amor, impulsada a abandonar el retraimiento de su hogar e ir en busca de un destino incierto. Crea, en este sentido, un tipo de mujer activa, dinámica, socialmente heroica. Visto con perspectiva histórica, tal proeza parecería un desatino; visto hoy, sin embargo, se puede considerar prematura modernidad. El desmayo de Teodosia ninguna relación guarda con el de la Leocadia de La fuerza de la sangre. Éste simboliza la caída en la gracia, aquél lo causa el abatimiento.  El atuendo masculino con el que se disfrazan ambas, Teodosia y Leocadia, viene a ser un intento por ocultar su vulnerabilidad ante los demás. Es significativo que sean ellas mismas las que se reconozcan como mujeres y no los hombres ajenos al sentimiento de lo femenino.
    
    En el encuentro de Teodosia con su propio hermano vuelve a plantease el tema del honor tan en boga en el siglo de oro. El honor de entonces, era equiparable a la fatalidad  del mundo clásico. La deshonra sólo podía ser reparada con la muerte. No era necesaria la evidencia del hecho, sino bastaba con la calumnia para que una familia entera fuera desterrada socialmente. De ahí que Cervantes vea la necesidad de incluir la explicación a la conducta de Marco Antonio. De nuevo su afán reconciliador opta por una solución civilizada en la que queda excluida la violencia. Cervantes finalmente las redime a través de los sufrimientos y tormentos que ambas mujeres padecen  y que culminan simbólicamente en la peregrinación a Santiago.
                                                
                                                                                                                      5
      
                 En La española inglesa, los personajes protagonistas poseen un enorme carácter referencial que la convierten en la novela de mayor aspiración renacentista. Cervantes al diseñar a su personaje femenino se ha inspirado en un primer momento en las teorías neoplatónicas que Marsilio Ficino expone en su De Amore 33 aludidas por Castiglione en El Cortesano y que tanta repercusión tuvieron en Europa. Los dos seres se crían como hermanos, aún sin serlo. El proceso amoroso se desencadena a partir de la contemplación de la belleza de Isabel. Son los ojos 34 el medio a  través del cual actúa Amor, que deja cautiva el alma de Ricaredo. Isabel encarna la “dona poética” configurándose con los rasgos típicos de las teorías neoplatónicas. La Isabel cervantina, se inspira a la vez en la Isabel garcilasiana. Es el resultado del deseo de interiorizar una experiencia amorosa por parte de su autor.
   La identidad propia de Isabel se configura por medio exclusivamente de las palabras del narrador, la palabra de Cervantes que está plagada de intertextualidad. El momento más álgido lo representa la aparición de Isabel en el palacio ante la reina. Cervantes no escatima las alusiones a imágenes platónicas, la compara con una fulgurante estrella, con el fuego, los rayos del sol, e incluso con un cometa. Algunas expresiones platónicas remiten a versos de Herrera, Figueroa o a la Canción IV de Garcilaso. En la construcción del personaje se acumulan de ese modo las relaciones intertextuales.
        A partir de la marcha de Ricaredo impuesta por la reina, Isabel pasa a ser un personaje del género caballeresco 35, convirtiéndose en galardón para el caballero que debe partir para hacerse merecedor de su amor. Cervantes no entiende el amor sin las armas y las letras. El debate renacentista se halla en el eje de la novela, y configura los tres planos que caracterizan a Ricaredo: el amante, el poeta y el soldado, encarnado en la figura de Garcilaso y cuyo núcleo central es Isabel.
      Isabel queda caracterizada por varios rasgos que la singularizan entre los restantes personajes que la rodean: la belleza, su nacionalidad,  su lengua  española explícita en el título 37, que no olvida a pesar de vivir lejos de su patria, y sus creencias católicas, a las que hay que sumar sus cualidades morales. Para el hombre renacentista no obstante, la belleza física era reflejo de una belleza interior, por esa razón, al perder Isabel aquélla, por causa del envenenamiento, los ojos de la corte, capaces únicamente de admirar la belleza física, se ven impedidos para percibir la belleza del alma 38. Ricaredo por el contrario, supera la prueba 39 que precede a su unión:”tu corporal hermosura me cautivó los sentidos, tus infinitas virtudes me aprisionaron el alma de manera que, si hermosa te quise, fea te adoro”. Para ser digno de Isabel decide ir a Roma y reencontrarse con ella en un plazo de dos años, en el trascurso de los cuales, recupera Isabel en Sevilla la hermosura que había perdido en Londres. A punto de finalizar el plazo para realizar su unión, recibe Isabel la equívoca noticia de  la muerte de Ricaredo, y decide no pudiendo consumar su amor, recluirse en un convento.  Cuando está a punto de traspasar el umbral, oye la voz de Ricaredo que la reclama para sí. 
       Este quedarse en el mundo, es un pronunciamiento a favor de la vida secular que equipara en virtud la vida religiosa con la vida dentro del matrimonio, idea que aparecía en La perfecta casada de Fray Luis de León.
     Cervantes además, a través de una historia de amor entre una católica y un protestante lleva a cabo una trasgresión de los conflictos históricos sociales entre Inglaterra y España 40. La novela viene a plantearse como un espejo de la realidad en el que se vislumbran reflejos de las ideas religiosas propugnadas por Cervantes evidenciadas por en el mismo perdón que Isabel otorga a su envenenadora y por la  definitiva unión de los amantes que consiguen superar los obstáculos ideológicos. No obstante, para evitar la censura imperante, no duda en señalar la secreta condición de católico de Ricaredo y de someter al personaje a una peregrinación. 
       La descripción de la entrada de Isabel en la corte inglesa subida a una carroza está llena de connotaciones religiosas. Parece la misma imagen de una procesión, la viva representación de  la Virgen María cuyas virtudes mueven a la inspiración y a la persuasión. Isabel es el motivo de la conversión de Ricaredo y se convierte de la misma manera en símbolo de tolerancia entre los pueblos. De nuevo Cervantes hace uso de elementos pictóricos, al describir el apoteósico trayecto de la comitiva. La misma representación se repite a las puertas del convento. Isabel viste el mismo vestido, y es seguida por una multitud, solo que en esta ocasión, el trayecto lo hace a pie. El espacio donde ambos se reencuentran es significativo, no ocurre en Inglaterra sino en España. 
   Con La española inglesa, Cervantes da una lección de tolerancia, basando su cristianismo en la conducta, la práctica de la virtud, por encima de rituales y  apariencias: 
“ Esta novela nos podrá enseñar cuánto puede la virtud y cuánto la hermosura, pues son bastantes juntas y cada una de por sí a enamorar aun hasta los mismos enemigos, y de cómo sabe el cielo sacar de las mayores adversidades nuestras, nuestros mayores provechos.”  (p. 283, II)     
      Al final es encomendada a Isabel la tarea de narrar su historia convirtiéndose ella misma “en voz 41 y canto”. Su vida se convierte en referencia atemporal de futuras historias  venciendo de ese modo al olvido.
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            La señora Cornelia se desarrolla en medio de un ambiente de refinamiento aristocrático: soportales de mármol, joyas, belleza, amor, pistolas, equívocos y la nobleza de dos jóvenes dispuestos a socorrer a una dama en apuros. La acción surge en la oscuridad, cuando una misteriosa mano deja un niño en los brazos de un desconocido. Una señora, en aparente peligro, solicita la ayuda de unos jóvenes caballeros españoles que ven en su caso, la oportunidad de demostrar su hidalguía. Cornelia Bentibolli, bella dama italiana, ha sucumbido ante el duque de Ferrara a pesar de la reclusión en la que la tenía sometida su hermano. La noche  proyectada para ponerse bajo la protección del duque, da a luz y entrega su hijo por equivocación  a un desconocido, que resulta ser don Juan de Gamboa. Sin saber el destino del niño, temiendo por su vida y por la del duque, se encuentra en una situación de desamparo.
       La protagonista se enmarca en un contexto totalmente social. Si en la fuerza de la sangre, la unión se simboliza con un beso místico como  mutua inhalación del alma en el que queda sellada la indisoluble unión al final de la historia, esta novela celebra el matrimonio social en el sentido humano y burgués a través de la figura del cura. La señora Cornelia es al mismo tiempo esposa y madre, mostrando de ese modo, el carácter unitario de matrimonio y paternidad. No existe ningún elemento alusivo al idealismo de otras caracterizaciones. Cornelia es descrita en toda su humanidad, basta recordar el cuadro de gran naturalidad, en el que aparece dando de mamar a su hijo sin saber que es el suyo propio, al que han mudado los vestidos. Eso sí, con sumo recato. La escena es contemplada con ciertas connotaciones religiosas por los dos españoles. Erasmo había recomendado en contra de la costumbre de hacer convalecer durante largo tiempo a las recién paridas, que las madres criasen a sus hijos, desprendiendo de ese modo, a la gravidez femenina, del halo de enfermedad con el que estaba revestida, 42 idea que pone en práctica Cervantes a través del personaje  de Cornelia, que encontramos incluso corriendo por las calles.
    Desde el primer momento, la señora Cornelia, se describe siempre en relación al concepto de causalidad del que resulta inseparable. Parece que en el diseño de su personaje, Cervantes dejó rienda suelta a su imaginación sin preocuparse demasiado por la verosimilitud de los acontecimientos. 43 En ella abundan los clichés novelescos. El incidente del niño entregado tras la puerta por una mano misteriosa, recuerda motivos similares de las comedias de Lope de Vega que remiten a la Patraña IX como posible antecedente. La exageración acompaña las acciones y descripciones del personaje, que parece surgido de una obra cómica. También en esta novela, la protagonista se desdobla en un personaje secundario que adopta su mismo nombre, como la imagen distorsionada del otro lado del espejo. La protagonista, el ambiente y las circunstancias que la rodean adquieren de ese modo un tono paródico que se instrumentaliza para dejar implícita una crítica social hacia las costumbres de la Corte.

     Para el Barroco, la realidad no es más que una apariencia que engaña a los sentidos. Cervantes ameniza la vida con sus creaciones y nos ofrece miradas dirigidas al ideal para que nos sirva de modelo, pero lejos de buscar el conocimiento de las verdades sobrenaturales en la contemplación de las sombras, hunde sus pies en la tierra y dibuja personajes donde la apariencia y la realidad  aparecen inextricablemente unidas.  Cervantes soluciona los finales como un dios benevolente conduciendo a sus criaturas hacia una felicidad ejemplar, rectificando con la literatura aquello que rara vez en la vida real se resolvería tan convenientemente.
          


17  La idea de la mujer como  ser imperfecto circulaba en la época. Julio Rodríguez Puértolas en las anotaciones a la obra de Américo Castro, El pensamiento de Cervantes, concluye que Cervantes no tenía buena opinión de la mujer; Otavián en el Cortesano afirma: “las mujeres son animales imperfectos y por consiguiente de menor valía que los hombres…; Gaspar Pallavicino:”cuando nace una mujer es falta y yerro de natura y contra su intinción…” El manífico Julián  rebate dichas opiniones y afirma que si no son conocidas las proezas de las mujeres ha sido porque los hombres se han quedado cortos en escribirlas (p.237-239).
18 Ser bien nacido era otra de las características propuestas en El Cortesano,p. 89.
19 Ana Suárez Miramón. Literatura, arte y pensamiento. “Reivindicación de la mujer y participación en la cultura” (cap.3) Textos del Siglo de Oro. UNED, 2009.Fray Luis de León supuso un retroceso con respecto a los tratados anteriores. Entre sus ideas instaba a la mujer al silencio al creerla menos capacitada intelectualmente que el hombre. 
20 La vinculación de la música con la literatura se percibe aún en el Barroco, donde la supremacía corresponde a la pintura. En las descripciones se percibe esa transmutación de valores estéticos donde los autores pintan con palabras auténticos cuadros barrocos. Ana Suárez Miramón. Literatura, arte y pensamiento. “Reivindicación de la mujer y participación en la cultura” Textos del Siglo de Oro. UNED, 2009.
21 Cristina H Lee," La señora Peregrina as Mediatrix in La ilustre fregona." Bulletin of CSA 2005 XXV.
22 Los chapines eran un calzado fuertemente erotizado en el Siglo de Oro. Lucir chapines no era una acción honesta. Los pies resultaban altamente eróticos por lo que las mujeres los ocultaban celosamente.
23 Jose Luis Álvarez Martínez y Consolación Galera Ramírez,”Sobre tres palabras de difícil interpretación en las novelas ejemplares de Cervantes.
24 Joaquín Casalduero, Sentido y forma de las Novelas ejemplares, p. 34,Madrid, Gredos, 1974.)“En el Renacimiento se idealiza la realidad, en el barroco, se pone sobre el plano de la realidad, el plano del ideal que le sirve de modelo, de inspiración…”p.197.
25 Francisco Márquez Villanueva, ”Erasmo y Cervantes, una vez más” Bulletin of the Cervantes Society of America, 4.2 (1984)
26 Américo  Castro, El pensamiento de Cervantes, p.164. "Un ímpetu lascivo del cual nunca nace el verdadero amor que permanece” León Hebreo. Diálogos de Amor.
27 Francisco Márquez Villanueva, “Erasmo y Cervantes, una vez más” Bulletin of the Cervantes Society of América, 4.2.(1984)
 Américo Castro  El pensamiento de Cervantes, p.345 se refiere a ideas similares. “Cervantes no cree que la vida sea una preparación para la muerte ni que deba renunciar a los goces y placeres que la naturaleza nos brinda. La vida no es entrenamiento que deba avezarnos para el dolor. En este sentido no es estoico.” Ya en Erasmo predomina la concepción naturalista de la vida  y hay censuras acres contra el estoicismo. Cervantes está más a favor del racionalismo abstracto y universalizador, vitalismo sensible e individualista. Considera la espontaneidad natural, una fuerza eterna y divina anterior a las leyes y razonamientos.
28 La mujer violada había sido tratada antes por Ovidio en Titus Andronicus, en el que se inspiró Shakespeare al contar la trágica historia de Philomel,la mujer violada como “texto”. Parker Aronson, Stacey L.," La textualización de Leocadia y su defensa en La fuerza de la sangre". Bulletin of the Cervantes Society of América 16.1 (1996)70-88.
29 Uno de los tertulios de El Cortesano viene a decir:” la mujer debe ser más recelosa que no el hombre en lo que toca a su honra, y tener mayor cautela en no dar ocasión que se pueda decir mal della y regirse de tal manera que no solamente sea libre de culpa, más aún de sospecha”p.232
30 Percibo reminiscencias senequistas en esta actitud: “búsqueda de la felicidad basada en el acomodo y aceptar lo que se tiene sin tentar la suerte voluble” Asunción Rallo en la introducción a la obra de Antonio de Guevara Menosprecio de corte y alabanza de aldea.(Cátedra, 1987)
31 Parker Aronson, Stacey L., "La textualización de Leocadia y su defensa en La fuerza de la sangre." Bulletin of the Cervantes Society of América 16.1 (1996)70-88.
32  Américo Castro, El pensamiento de CervantesCualquier medio usado por los que se aman bien para conseguir sus logros se torna lícito; incluso se legitima el engaño hacia sus padres. El quijote decreta que “en las contiendas amorosas se tienen por bueno los embustes y marañas que se hacen para conseguir el fin que se desea.”  p.142.
33 Linda Britt, " Teodosia´s Dark Shadow? A study of women´s Roesin Cervantes: Las dos doncellas."
34“ Cuando decimos Amor, entended deseo de la belleza”entendida como una cierta gracia que principalmente y la mayoría de las veces nace en la armonía del mayor número de cosas. La gracia que hay en los espíritus, lo es por consonancia de muchas virtudes. Mercedes Alcázar Ortega," Palabra, memoria y aspiración literaria en La española inglesa". Bulletin of the Cervantes Society of América, Volumen XV, Number 1, Spring 1995
35 Metáfora del amor tirando saetas que tira al corazón como a propio blanco tiene reminiscencias platónicas, igualmente los ojos, el sentido de la vista. Américo Castro, El pensamiento de Cervantes.
36 Mercedes Alcázar Ortega, Palabra, memoria y aspiración literaria en La española inglesa. Volúmen XV, Number 1, Spring 1995.
37 Numerosos tratados de la época dignificaban la lengua vulgar igualándola con la latina. Incluso el español se había convertido en objeto de estudio en el extranjero. A ello responde los libros de autores como Antonio de Nebrija, Gramática de la lengua castellana, y Juan de Valdés, El diálogo de la lengua.
38 León Hebreo llega a decir que el vulgo no alcanza a comprender otra hermosura que la que alcanza los sentidos. Ideas que reiteradamente expone Cervantes en sus obras. Américo Castro. El pensamiento de Cervantes.
39 “Ha pasado del estado de naturaleza al estado de gracia que prepara y precede al último estado: purgatio, iluminatio y unió”. Joaquín Casalduero. Sentido y forma de las novelas ejemplares, p.129.
40 Marsha S. Collins “Transgresion and Transfiguration in Cervantes´s La española inglesa. Bulletin of the Cervantes Society of América,16.1 (1996) 54-73
41 “No es sólo el motivo que impulsa las acciones de Ricaredo, sino la que propicia la palabra. Cervantes se apropia de La voz a ti debida de Garcilaso” Mercedes Alcázar Ortega." Palabra, memoria y aspiración literaria en La española inglesa."
42 Mal Lara repite el consejo en Ideas sobre el estado natural que había llegado a él a través de Erasmo. Anotaciones de Puértolas a la obra de Américo Castro El pensamiento de Cervantes, p.175.
43 Rodolfo Shevill y Adolfo Bonilla. Introducción a Las novelas Ejemplares. Sitúan su escritura en los últimos años de Cervantes en los que el autor se despreocupa de la verosimilitud.  

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